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sábado, 24 de septiembre de 2016

DICTADURA Y DEMOCRACIA EN ESPAÑA


Esta es la humilde opinión de un ciudadano libre, independiente, demócrata y por supuesto no fanático, sobre la Dictadura y la Democracia en España.
Una de las más notables y reiteradas mentiras de la falsa democracia española nacida tras la muerte de Franco ha sido la estigmatización de aquel régimen, al que denigran y devalúan sin reconocerle jamás sus logros y avances, las mentiras sobre el franquismo constituyen una de las páginas más injustas y negras de la falsa democracia española, mentiras y engaños alimentados por la propaganda de los partidos políticos, no sólo de izquierdas, sino también de derechas y nacionalistas. 
Millones de ciudadanos, españoles adoctrinados en la mentira y el sometimiento al poder, sin capacidad para discernir libremente, abducidos y aborregados, creen que el franquismo solo fue un régimen retrógrado, tiránico, cruel y enemigo del progreso.
La verdad es que el franquismo tuvo muchos defectos y carencias, sobre todo en libertades políticas, pero, en honor de la Justicia y vistos desde la distancia y la objetividad, muchos de sus logros y avances parecen hoy espectaculares y suscitan envidia.
Profundamente influido por el catolicismo tradicional, hasta su mismo fin, el franquismo preservó siempre una sólida coraza moral en el territorio español, que preservó a la sociedad de delitos, corrupciones y crímenes. En bastantes aspectos morales o relacionados con la moral, sus logros fueron notables. En la España de Franco muchas viviendas permanecían abiertas, nunca cerradas con llave, y la gente dormía tranquila y sin miedo. El nivel de delincuencia era uno de los más bajos, si no el más bajo, de toda Europa.
La población encarcelada era escasa y el nivel de suicidios muy bajo. Había un pequeño problema de alcoholismo, pero siempre leve y controlado. La prostitución existía, pero era más de cien veces inferior a la que ha florecido en la falsa democracia. Las drogas eran prácticamente desconocidas. Las cifras de violaciones, de asesinatos domésticos, de embarazos de adolescentes, eran ciertamente reducidas en proporción con el resto de Europa y con lo que ha llegado a ocurrir después, durante la democracia degradada, en la misma España.
La sociedad se sentía segura y no había policías privadas, ni existían los enormes negocios actuales de seguridad y protección de las propiedades. La eficacia de la Guardia Civil y de la Policía era espectacular, con pocos números y agentes y con un coste muy reducido, se lograban milagros.
Los avances fueron impresionantes en sanidad y educación, dos pilares del ahora llamado Estado del Bienestar. España pasó de ser uno de los países europeos con mayor mortalidad infantil durante la República a estar prácticamente en cabeza, con reducciones anuales sorprendentes. La esperanza de vida se puso al nivel de los países más avanzados, solo por debajo de Suecia, Japón y pocos más.
El desempleo, grave durante los años de la postguerra y la pobreza, no cesó de disminuir hasta el final del régimen. Gracias a una política inteligente de becas y a una educación basada en las pruebas y el esfuerzo, los avances de los estudiantes españoles fueron igualmente notables y una sociedad plagada de analfabetismo durante los siglos XIX y primera mitad del XX, pasó a producir estudiantes muy valorados en todo el mundo por su preparación profesional y técnica, desde las escuelas de formación profesional a las innovadoras universidades laborales y nuevos centros universitarios, de donde salían obreros industriales, técnicos, ingenieros, arquitectos y médicos altamente valorados en todo el mundo.
Millones de “enterados” formados en las escuelas creadas por la falsa democracia, de donde salen legiones de jóvenes preparados para ser esclavos sometidos y vagos crónicos adictos a la subvención, repiten como loros que el franquismo fue una dictadura cruel y criminal que no permitía libertades ni derechos, sin mostrar capacidad alguna para valorar los avances y logros de aquel sistema. Cruel e implacable fue en la postguerra, cuando los vencedores ejercían su venganza sangrienta sobre los vencidos de la Guerra Civil, pero pronto el sistema se calmó, se abrió, se relajó y avanzó, cada día más, por rutas que conducían a la justicia, al desarrollo de los derechos ciudadanos, al progreso y a la prosperidad.
Eso sí, los partidos políticos jamás fueron admitidos en el régimen, quizás porque Franco y los suyos conocían muy bien la historia del país y aprendieron con claridad que los politicastros y sus partidos, casi todos corruptos, mafiosos y podridos de egoísmo y ansias de poder, habían conducido a España hacia la ruina y el enfrentamiento civil.
Al morir el general Franco, su régimen estaba agotado y la clase política franquista vio claro que tenía que adaptarse a los nuevos tiempos, el mismo franquismo se hizo el “harakiri” y patrocinó en las Cortes la Transición hacia lo que ellos llamaban democracia, un engaño de envergadura que abrió de par en par las puertas a la España actual, dominada por partidos políticos muy parecidos a los que fracasaron en la II República y condujeron a España hasta la ruina económica y el enfrentamiento civil, 
Muchos de los alevines del franquismo se incorporaron al nuevo sistema aparentemente democrático, al igual que hicieron las grandes familias franquistas, que pronto lograron colocar a los suyos en los altos cargos de la democracia, dominando sectores económicos y bien apalancados en el parlamento, los ministerios y las nuevos gobiernos autonómicos, un verdadero coladero para infiltrarse en el poder y practicar con impunidad la corrupción y el abuso.
Lo demás es ya historia conocida. La “cosecha” y el “balance” de la falsa democracia española son lamentables, pues cuatro décadas después del entierro oficial del franquismo, España está arruinada, dividida, infectada de corrupción y abuso de poder, cansada de partidos políticos y politicastros y ocupando el liderazgo mundial en casi todo lo deleznable y sucio: prostitución, tráfico y consumo de drogas, violencia callejera, desigualdad, avance de la pobreza, blanqueo de dinero, mafias y bandas organizadas, desprestigio de la política, fracaso escolar, baja calidad de la enseñanza, desconfianza en el poder y un largo y tenebroso etcétera que convierte a la falsa democracia que sucedió al Franquismo en un auténtico y frustrante fracaso.
He aquí algunas cosas de antes:
¿Cuantos pueblos estaban sin luz el 1 de Abril de 1939, sin aceras, sin asfaltado, había poca comida, racionamiento, no había luz, ni agua corriente, casi ni médico, ni carreteras, ni caminos para ir a otros pueblos, ni siquiera coche de linea. 
Pero luego hubo carretera hasta el ayuntamiento, luego luz del río del pueblo, luego luz general pobre, luego luz normal, luego gas butano, luego agua corriente, luego todos los servicios, luego caminos para unir todos los pueblos, luego carreteras estrechas, poco a poco, luego unión con otra provincia por un lado, luego unión con otra provincia por otro lado, al final sobraba la comida, todos tenían escuelas, todos maestros y maestras, todos médicos, todos veterinarios, todos secretarios de ayuntamiento, todos cura, todos cuartel de la Guardia Civil, todos juzgados de paz, pantanos, sino no tendríamos agua ni para lavarnos, la seguridad social, la seguridad en el trabajo, los premios de natalidad, el estatuto de los trabajadores, medicina gratis, pensiones, puertos y canales de regadío, y otras muchas cosas más; cosas que otros dictadores no hacen. 
Porque cuando se habla de Dictaduras hay muchos tipos, unas son duras, como la rusa, la de Fidel Castro, que además de hacer lo que todos, dejaban al país en la puñetera ruina,  o sea que el personal va viviendo cada vez mejor, hasta llegar a ser el 8º que mejor vive del mundo. Eso quiere decir que había 226 por debajo de nosotros y sólo 8 por encima, que tampoco es moco de pavo,
Ya que en 1975 éramos la 9º potencia industrial, no se pagaba IRPF ni IVA, había un 2% de paro, los españoles tenían una casa donde vivir, y la población reclusa era de 8500 y ahora es de 100000.
Pero eso sí, había muchos más ayuntamientos que ahora, pero no era preciso quitarlos, porque no gastaban, ni robaban, ni cobraba sueldo nadie, pues los alcaldes no cobraban, ya que todo era por el bien de España.
La buena noticia es que en la actualidad el 60 por ciento de los países del mundo son democráticos. Esto es mucho más que hace 66 años, en 1950, cuando solo el 28 por ciento de todos los estados eran democráticos.
O sea que mal que bien, a pesar de la crueldad represiva de los dictadores, de lo difícil que es la lucha por conquistar la libertad y de los adelantos y retrocesos de la historia, la democracia avanza en el mundo, con paso lento pero sostenido. ¿Cómo estamos nosotros los españoles ahora?.


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3 comentarios:

  1. Ole, ole y ole, Pedro mejor definido imposible, a ver si alguno lo supera. Graicas

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  2. Muy buen artículo. Yo opino que la "dictadura" más bien fue una “dictablanda” y, por supuesto, fue mucho mejor que la "democracia" que tenemos desde el 75. Obviamente, la posguerra fue un tiempo durísimo que comenzó con el fin de una terrible confrontación provocada por el Frente Popular (asesinatos diarios, saqueos, quema de establecimientos religiosos, huelgas salvajes, amenazas de muerte en el mismo Congreso de los Diputados, posibilidad de convertirnos en un país satélite de la siniestra Unión Soviética, y... la gota que colmó el vaso: el asesinato de Calvo Sotelo por las fuerzas de seguridad del Gobierno). España quedó destrozada después de la guerra y, desgraciadamente, hubo represalias, en unas ocasiones consecuencia de la sinrazón o de la venganza y en otras después de juicios sumarísimos (por ejemplo, a asesinos que habían “gestionado” las “checas” durante la guerra o que habían participado en las “sacas” y posteriores matanzas).
    Pasada la posguerra, España progresó exponencialmente hasta convertirse un ejemplo, en una de las naciones más avanzadas del mundo, en sólo 35 años y partiendo desde cero (o, mejor dicho, desde menos que cero). Lógicamente, la España de Franco tuvo sus defectos y sus virtudes, pero la balanza se inclina totalmente hacia el lado de estas últimas: había tranquilidad, trabajo pleno, seguridad, no se hablaba de política de forma general y casi obligada (como sí ocurre ahora), por suerte no existían los partidos políticos (como los parásitos de hoy en día), la sanidad y la educación sí eran universales, había un amplio “abanico” de libertades (de hecho, hoy hay muchas más prohibiciones que entonces), los impuestos eran “infinitamente” más bajos que los de hoy…, en fin, que lo que desde hace años se llama el “estado del bienestar” ofrece mucho menos “bienestar” que el que teníamos antes de la democracia, y el que ha sobrevivido se debe en su mayor parte a las rentas del pasado.

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  3. Efectivamente. Yo viví el franquismo y se vivía de maravilla. Podías ir por la calle a las dos de la mañana y nadie te robaba. Yo no lo llamaría dictadura. Si alguien chupaba, chupaba uno y no como ahora que tenemos que mantenerno sé cuántas autonomías cada una con un montón de políticos, coches oficiales, pluses, dietas, etc. Bulos que más hablan son los que menos saben. ¿Qué va a saber del régimen franquista Pablo Iglesias o su mujer.

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