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lunes, 3 de agosto de 2020

LOS NIÑOS DE MI GENERACIÓN


Quiero que alguien me explique, pues no lo comprendo, y de verdad me gustaría saberlo, como los de mi generación hemos podido sobrevivir, no lo sé, ni lo entiendo. 
Durante las vacaciones del colegio, por las tardes y los fines de semana, siempre estábamos en la calle jugando, ¡allá afuera!, ¡en ese mundo inseguro!, ¿como era posible?, pero teníamos una condición, eso sí, volver a casa cuando anochecíera, y no pasaba nada. 
No existían teléfonos móviles y nuestros padres no sabían donde estábamos, era incleible, y no pasaba nada. 
Jugábamos a la guerrilla a pedradas y nos hacíamos heridas en todas las partes del cuerpo, y no pasaba nada. 
Habitualmente comíamos caramelos, chupa-chups, cacahuetes, regaliz y chuches de todas clases, rebanadas de pan con aceite y azúcar y nunca se hablaba de obesidad, no pasaba nada. 
Cuando íbamos de viaje los coches no tenían cinturones de seguridad, ni apoyacabezas, ni bolsas de air-bag, íbamos sueltos en los asientos traseros haciendo el ganso, saltando y pegándole al de al lado, y no pasaba nada. 
Tampoco había pestillos de seguridad en las puertas de los coches , ni llaves en los armarios donde se guardaban los medicamentos, detergentes o insecticidas domésticos, y no pasaba nada. 
Algunas de nuestras camas tenían escaleras y los juguetes eran multicolores con piezas que se salían o pintados con unas tintas dudosas que nunca resultaban tóxicas, y no pasaba nada. 
Íbamos en bicicleta para acá y para allá, sin casco ni guantes y si las dejábamos luego en la calle, cuando volvíamos estaban en el mismo lugar que las habíamos dejado, y no pasaba nada. 
En la escuela había buenos y malos estudiantes, unos pasaban y otros eran repetidores, nadie iba por eso a un psicólogo o un psicoterapeuta, no había la moda de los superdotados, ni se hablaba de dislexia, problemas de concentración, hiperactividad, quien no pasaba, simplemente repetía de curso y probaban de nuevo el año siguiente y punto, y no pasaba nada. 
Nuestras fiestas eran animadas con tocadiscos deslizando sus púas sobre los discos de vinilo, había luz negra y una refrescante Mirinda o agua con gas, y no pasaba nada. 
Entonces nada de Playstations, Nintendo 64, juegos de vídeo, internet por satélite, vídeo cassetes y DVD, móvil con cámara, MP3, ordenador, chats en internet., tan sólo teníamos amigos, que era lo que importaba, y no pasaba nada. 
Teníamos libertad, fracasos, éxitos y deberes, pero aprendimos a lidiar con cada uno de ellos, mi pregunta es: ¿cómo hemos podido sobrevivir?, y no solo eso, sino ¿cómo conseguimos desarrollar nuestra personalidad?. 
Sin duda me vais a decir ¡qué aburrido era todo!, pero yo solo os diré: ¡y lo felices que eramos entonces!. 
Evidentemente no podemos parar el progreso, ni tampoco nos vale recriminar y sentirnos melancólicos, sin embargo, sí añoramos aquellos tiempos y vemos que se han perdido unos valores buenos para los niños, por ello los abuelos de hoy debemos preguntarnos cómo podemos reintegrarlos en nuestra vida diaria y si podemos hacer algo al respecto.

Un cordial saludo a todo el mundo... 

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