Hoy he salido a callejear por el centro y me encuentro un poco triste y nostálgico al pasar por distintas calles, ya que hecho de menos aquellos cafés, bares, tabernas, tascas, restaurantes y lugares que solía uno frecuentar años atrás, qué le vamos a hacer, uno es así.
Estoy en la Plaza de España la cual era anteriormente un punto de reunión de marchantes y demás tertulianos y hecho en falta aquel Kiosco (llamado por nosotros de "los culos" con esos cafés espléndidos de Pepe y Vicente sirviéndolos), la Cafetería Colón (de Juan Polanco y su sensacional camarero Bernardino), el Club 67, la Cafetería El Aguíla (de José Gracia) y por supuesto la Cafetería La Ría (de esos dos hermanos que eran Isidoro y Roberto Aguado).
Bajo por la calle Muñoz Torrero y no veo el Bar Torres (que tenía aquellas mollejas que sabian a gloria), ni El Cortijo (de Gabriel Cacenebo), ni El Farol (ahora existe El Antiguo Farol), ni tampoco El Rincón de Manolo.
Luego doblo a la derecha hacia la calle Felipe Checa, sigo viendo el Mesón El Tronco (pero ya no es el mismo de antes), hecho en falta el Bar Unión (de Ramón Gutierrez "Lenguagorda", con su peculiar manera de ser y sus colecciones de artículos portugueses), el Bar Córdoba (de José Gracia el de El Aguila), y en esta misma calle esquina con Melendez Valdés aquel Mesón del Labrador (en los bajos del Hotel Simancas), y en el final de la calle, esquina con Vasco Núñez, el Bar Chipen (de Antonio Espino, donde nos atendía ese gran profesional que era Juan Merino).
Llego hasta la calle Vicente Barrantes (esa calle que estuvieron la Casa de Socorro y la Inspección Municipal) la bajo recordando al Restaurante Los Gabrieles (de Gabriel Peláez), aquel Bar El Pardo (de Antonio Rojas) posteriormente fue el Nuevo Bar (de Rafael Caldito), aquella Peña Flamenca (de Honorio y su hermano Miguel ), aquel Bar Las Lanzas (con aquella bota de 20 litros de vino colgada del techo, en su interior), el Restaurante Jamaco (de Angel Lozano), y el Bar La Gamba de Oro (de Eduardo Zambrano).
Bajo hasta la Plaza de la Soledad, la cruzo y subo la calle La Sal y solo veo locales cerrados que se alquilan o se venden,, y al final de ella recuerdo en la esquina con San Juan aquel Bar las Dos Victorias frente al Zamorano.
Bajo la calle Bravo Murillo y hecho en falta Los Caracoles (de Ezequiel Moro) y El Ideal (que tantos años regentó el amigo Pepe), el Bar la Bota de Oro (de Eduardo Zambrano en la esquina con la calle Arcoagüero, posteriormente se trasladó a la calle Donoso Cortés), no puedo olvidar ni quiero, a esa Cristalería de Sobrino de Toribio Sainz, a Muebles Morales, a Tejidos Morales (esquina con Donoso Cortés). el Estanco de Pozueco, la "Congre", la Peluquería de Linares (posteriormente de su empleado Fernando), los Ultramarinos Jiménez, la tienda de "chuches" de Maravilla, la Relojeria Burgos, el taller de reparaciones de máquinas de escribir Suero y Picón (Supi).
Sigo hasta la calle Sepúlveda (donde Armando tenía la pescaderia en la esquina) y te acuerdas de La Cabeza del Toro (primero regentado por Nicasio Macias y después por la familia Tabares, con unos vinos y unas mollejas fenomenales), la churrería de Nevado, y el Bar El Pardo.
Entro ya en la Plaza de las Tres Mentiras, la de Cervantes, la de San Andrés de toda la vida para los pacenses y no veo el bar Salas (aunque veo el Saymu 2 en su lugar de su hijo Fernando) allí junto donde tuvo la tienda Alcaraz y el ultramarinos Delgado, ni tampoco el del “Guarrino”, ni el Estanco de Bartó, ni el quiosco de Antonio Escobar donde cambíamos las novelas, ni la reparaciones de televisores de mi buen amigo Quintín Jiménez, ni la pescadería de Juan Castro, ni aquel estanque con peces que tenía la plaza y el Sr. Vito que era el guarda de sus jardines, ni la carnicería del "Pringón", la colchonería de Blazquez, ni los calzados Barrena........i
Hoy he recorrido lugares que me han despertado unos recuerdos que pensé que ya no los tenía en "mi mochila" de ellos, me he descargado unos cuantos y seguiré haciéndolo otros días por otros lugares, ya que me estoy haciendo mayor y ya voy notando su gran peso, así que a descargarla.
Entonces eran tiempos en los que uno se entretenía con su grupo de amigos o conocidos con cualquier tema de conversación o juego para pasar el rato, ya que entonces era posible tener una conversación en un bar en la que nadie mirara el móvil.
No era ni mejor ni peor que ahora, eran simplemente eso....otros tiempos.
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Varios de aquellos lugares
Cafeteria El Aguila en la Plaza de España
Interior del Mesón del Labrador
en los bajos del Hotel Simancas
con su plantilla completa
Interior del Bar Ideal de la calle Bravo Murillo
con Pepe y su familia
Panfleto publicitario de la Cabeza del Toro
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