Hoy de nuevo he vuelto a salir a callejear por el centro y vuelvo a encontrarme un poco triste y nostálgico al llegar al Paseo de San Francisco, y echar de menos con cariño esos elementos y lugares que ya no están, como aquellas vueltas a derecha y a izquierda para ver de frente a la chica que te gustaba, aquel kiosco de bebidas que regentaba la familia Martinez con aquellos exquisitos calamares que solía prepararnos Mari (gracias por ellos amiga), esos bancos triangularares que había en las entradas con su fuentecita detrás, aquellos fotógrafos con aquellas cámaras con trípode, o colgadas al cuello, aquellas señoras con cestas de chucherías, aquellos cobradores de sillas que huíamos de ellos cuando venían, aquellos bancos y sillas metálicas, aquellos estanques, aquel templete de música con sus pececitos alrededor, y como no echar de menos aquellas verbenas con aquellas orquestas y grupos músicales, miro atrás y no veo aquel estanco que llevaban primero aquellos dos hermanos, tampoco veo el Banco Español de Crédito (cuyo nombre le dio al edificio), ni la oficina central de la Caja de Ahorros de Badajoz, aquel supermecado de Simago cuyo sigue siendo un lugar de referencia, aquellos perritos calientes que solíamos comer del Delma, aquella tienda de motos, quiero recordar que era CMartin, los Muebles García Campos, el bar Chipen, la tienda de la Metalurgica Extremeña en la esquina de Guardia Civil.......
Hoy en día a cambiado mucho, está muy bien restaurado y merece la pena visitarlo y disfrutar de él, pero siempre que paso por él, me aparece esa "pelusilla" de tiempos atrás, qué le vamos a hacer, si uno es así.
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