Hoy me ha saltado de la "mochila de recuerdos" aquella zona de aquel Guadiana que tanto disfrutamos, no es otra que el Embarcadero, debido a ello me considero obligado a descargarlo para aliviar un poquito el peso de ella.
Los caminos que más utilizábamos para llegar a él eran Ctra. de Circunvalación, Puerta Palmas o la calle Joaquín Sama más conocida como la calle del Río, sobre todo esta última, en la que los bañistas se aprovisionaban al pasar de aquellas afamadas e inigualables aceitunas machadas y patatas fritas artesanales que producía en su casa aquella entrañable figura que era la señora Mercedes Rico López, la cual era conocida popularmente como la Loba, debido a que ese era el segundo apellido de su padre.
Hasta la construcción del Puente de Palmas en el siglo XV el Guadiana se atravesaba en barcas, o en épocas de estiaje por los numerosos vados existentes en su cauce. Aunque las barcas siempre fueron consustanciales con él, esas barcas que como modelo característico se impuso desde antiguo la de forma romboidal de fondo plano. Esa silueta de su frágil ingeniería resultaba familiar en el Guadiana y con ella la de sus armadores y capitanes, los populares barqueros que a fuerza de brazos transportaban a las personas de una orilla a otra, entre los cabe recordar a los Feijoó, el Bicicleta, el Chato, Jacinto Cruz "el Vera", Emilio Virela, Papeles, el Buzo, Manuel Chaparro, y otros.
Aquellas barcas de zinc forradas de madera que flotaban maravillosamente y era imposible que se hundieran (todavía no sé porqué eran insumergibles), esas que alquilábamos por 25 Pts. la hora y nos daban un recipiente de lata o un plato de porcelana para achicar el agua que le entraban. Nos lanzábamos al agua desde ella y para volvernos a subir nos agarrábamos a aquella cadena de fondeo que llevaba.
Fotografía publicada por
Agustina García-Pilo
Que decir de aquellas casetas para dejar la ropa, utensilios y que servian tapas y bebidas, como las de Antonio Alfonso (esta también alquilaba bañadores), de Jacinto Cruz "Vera", de José Núñez "el Bicicleta" y la de bebidas a la entrada de arriba de Cadenas. Aquellos pinos que disfrutábamos bajo su sombra después de bañarnos y jugar al fútbol bajo ellos.
Aquella pared "baranda" de la carretera de circunvalación a su entrada llena de botes de lombrices para su venta a los pescadores que iban a ello, las cuales vendía Tomás Fernández. Que alegría recordar la bajada de aquellos escalones de la entrada con la caseta-merendero de Cadenas a la izquierda.....
Fotografía publicada por
Luis Carlos Antunez de Almeida
Fue para nosotros que lo conocimos, un entrañable lugar, uno de los lugares más familiares y frecuentados del rio, sentados a la sombra de los eucaliptos tan solamente necesitábamos esas someras casetas de los barqueros, en las que los bañistas y demás usuarios que las frecuentábamos pasábamos gratamente el tiempo tomando junto al agua una cerveza, un vaso de vino, unas sardinas o un melón.
Fotografía de Leo García |
Qué feliz sería si cuando bajara estas escaleras hoy día, pudiera quedarme en bañador para lanzarme al agua, y nadar hacia esos hermosos rincones como el Pico, al Canal de los Ayala, al brazo de Jamaco, a la Pesquera, a la Playa, a la Isla de los Monos, a la Peña del Ahogado, al Correntón, Entrepuentes, las Crispitas, y por supuesto alquilar una barca y darme una vuelta o varias para recordar aquel rio que conocí. Pero pienso que eso no podré volver hacerlo, tan solo me que queda la añoranza y el recuerdo de aquellos maravillosos baños y paseos en barca que pudimos disfrutar.
Inolvidable aquel Guadiana que muchos pacenses guardamos en lo más hondo de nuestro corazón.
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