Ahora que estamos en Navidad, quisiera desearos unas felices fiestas navideñas, ójala que vengan tiempos mejores para todos, pero sobre todo, que intentemos no desanimarnos en estos tiempos tan difíciles que nos está tocando vivir, y que la llama de la ilusión y esperanza, nos acompañe, no solo en estos días, sino siempre para todos
Quisiera sacar de mi mochila de recuerdos para reflexionar sobre aquellas navidades que vivimos en nuestra infancia, aquellas que eran en blanco y negro, pues me vienen a la mente esos recuerdos de aquellos momentos vividos y perdidos de aquel anuncio de las muñecas de famosa que se dirigían al portal, que salía en la primera cadena de la televisión española.
Aquellas navidades de mi infancia las recuerdo entrañablemente familiares, con un especial calor humano, envueltas en sencillez, no existía tanto lujo, ni eran tan comerciales, tampoco había tecnología, ni móviles que interrumpían conversaciones, ni maquinitas, pero nuestra imaginación jugaba un papel esencial en nuestras vidas, con poco nos conformábamos pero... ¡qué felices éramos!.
Había anuncios de turrones y de juguetes y llegaban los Reyes Magos, pero no aparecían por aquí ni Santa Claus ni Papá Noel, foráneos donde los haya, era un espíritu diferente, sin tanta felicidad casi obligatoria y sin una feroz sociedad consumista, son unos días en que debemos poner nuestras mejores sonrisas (porque si no, está mal visto).
Si bien es cierto que es un momento de reencuentros con familias que tenemos lejanas y que nos sentamos alrededor de una mesa, entre langostinos o gambas.
No falta esa discusión con el hermano o cuñado de turno queriendo de alguna manera solucionarte la vida, igual también cantamos un villancico (si hay niños pequeños) y los mayores se arrancaban para acompañarnos recordando a los que nos faltan.
Si bien es cierto que es un momento de reencuentros con familias que tenemos lejanas y que nos sentamos alrededor de una mesa, entre langostinos o gambas.
No falta esa discusión con el hermano o cuñado de turno queriendo de alguna manera solucionarte la vida, igual también cantamos un villancico (si hay niños pequeños) y los mayores se arrancaban para acompañarnos recordando a los que nos faltan.
Eran tiempos de ilusiones, de magia, de alegría, de risas, de olor a comida casera, de panderetas, de villancicos, de juegos de mesa, y de adornos sencillos con bolas que fácilmente se rompían.
Y yo me pregunto ¿Donde ha quedado todo esto ?
Cuando miro atrás hacia mis recuerdos de las Navidades de mi infancia, no puedo más que pensar en qué ha sido de ella, dónde se han quedado aquellos días felices, sin tanto bombardeo por parte de las grandes superficies y cadenas, con anuncios lacrimógenos y toda una parafernalia que cada año nos llega más pronto.
Y por supuesto, las cadenas televisivas anunciándonos sus propuestas para comernos el turrón y las uvas.
Yo tengo la sensación de que, entonces, todo era diferente.
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