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lunes, 5 de abril de 2021

RECORDANDO ALGUNAS VIVENCIAS


Todos nosotros, queramos o nó, hemos tenido una serie de vivencias entrañables de nuestra época infantil y juvenil, y por ello a estas alturas de mi ya larga vida, quisiera  recordar algunas de ellas que nos hicieron pasar esos tiempos, que nos tocó vivir y que lo disfrutamos de lo lindo. Personalmente pienso que disfrutar en la imaginación de los sucesos positivos de nuestro pasado es una buena herramienta para combatir los problemas que nos trae la vida y nos ayuda a ser más felices. 
Porque hay momentos en la vida que por mucho tiempo que pase, siempre estarán ahí, en nuestro recuerdo. ¡¡He aquí algunos de los míos!!.......

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Los recuerdos relacionados con mi pueblo no se reducen
solamente a ser el lugar donde nací , razón que sería por sí sola suficiente para no olvidarlo, sino que es también el sitio casi mágico que para mí constituyó durante mucho tiempo. Tales como mi familia, mis amigos de la infancia, vecinos, conocidos y sobre todo algunas personas de las cuales tengo un recuerdo especial por algún que otro motivo que influyó para siempre en mi vida posterior.


Ese llano de la Ctra. de la Corte en la Picuriña donde jugábamos a todo como a las guerrillas, a los bolis, a la una anda la mula, al futbol, a la repiona, a la picota, al pañuelo, al fútbol con las dos piedras de porterias.



Como no voy a recordar nuestros años en la escuela, aquellas entradas y salidas a clase, el encuentro con los compañeros, las aventuras y travesuras que vivimos, 
el temor a que nos sacara el maestro a la pizarra, los dichosos deberes, los castigos y reprimendas en clase, 
el día de las notas, fueron tantas y tantas cosas que calaron tan hondo en nosotros que no las podremos olvidar nunca.
  
Aquí conocí además de grandes profesores a una infinidad de compañeros y amigos, aprendíamos un oficio a elegir además de toda clase de asignaturas de antes, Lengua, Ciencias, Física, Matemáticas, Política, Dibujo, Religión, Gimnasia, Carpintería, Cerrajeria, Torno, etc.


Ese barrio de María Auxiliadora que me vió crecer, donde
he pasado mi infancia, mi juventud y la mayor parte de mi vida posterior, en el cual tengo el orgullo de tener infinidad de amigos. 



De camino a la escuela 
Aquellas pasaderas del Rivillas que pasaba todos los dias una y otra vez en mi recorrido de ida y vuelta de mi casa en la Picu al colegio de los Pinos, más de una vez nos caímos al agua al resbalarnos en ellas. 



Aquél Frente de Juventudes situado en la Memoria de Menacho que disfrutábamos de cine, aeromodelismo, deportes, los juegos de en el hogar de flechas, de arqueros o de cadetes....



Esos baños en aquél Guadiana en lugares como la Playa, las Crispitas, Jamaco, el Embarcadero, la Pesquera, el Pico, la Isla de los Monos, el Canal de los Ayala, el Correnton, la Charca de los Pollos, y Entrepuentes en la margen izquierda y la margen derecha, con aquellos eucaliptos que nos refrescaban con su sombra de nuestro calor veraniego. Esos lugares que fueron, entre otros, escenarios que marcaron parte de la vida de nosotros y son recordados con nostalgia.



Esas vueltas por aquel paseo de San Francisco esperando ver  de frente a la chica que te gustaba, así como aquellas verbenas que disfrutamos en él, intentando bailar con la chica que le daba permiso con la cabeza su madre o su vecina. 



Aquella piscina que fue la primera de nuestra ciudad en la cual se celebraban esos bailes veraniegos donde solian tocar orquestas y grupos en directo, que tanto disfrutamos de ellos.


Aquel kiosco de San Francisco que regentaba la familia Martinez donde en los descansos de aquellas vueltas y más vueltas al paseo, hacíamos un alto para tomarnos un refrigerio y esos bocadillos de calamares tan exquisitos que solíamos llevarnos al estómago. 

  
Aquella cafetería de la calle del Obispo, donde solíamos detenernos a escuchar música en aquella pionera máquina de discos de la ciudad, haciendo un alto en el camino de nuestros paseos desde San Francisco hasta la calle San Juan y vuelta. 


Esas a las que solíamos frecuentar los fines de semana (cada pareja tenía sus preferidas), a mi Carmela y a mí, nos gustaban 29-92 y el Mesón del Labrador, ellas eran a las que solíamos ir, para sacarle brillo a las baldosas del piso bailando aquellas canciones lentas y románticas. 



 
Aquella ladera del Fuerte San Cristobal donde nos sentábamos a esperar el regreso de romeros de Bótoa con sus caballos y sus galardonados carruajes.



Esas noches verbeneras del Paseo de San Francisco donde algunas madres solían ir para dar su consentimiento a los que sacaban a bailar a sus hijas, esas madres se sentaban en una silla y se pasaban todo el baile controlando el panorama, las chicas se ponían a bailar por parejas entre ellas en el baile lento o “agarrao” como le decíamos y los chicos íbamos a pedirles que bailaran con nosotros.


Aquel loro que había en las viviendas de las "casas baratas" de Joaquin Costa que era de esas tres hermanas que eran  María, Manuela  y Rosario y que siempre nos metíamos con él, para oirlo chillar.

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3 comentarios:

  1. No existen mejores recuerdos, que los de niñez, y juventud, nos llenan el alma para siempre, y de tal modo, que imposible arrancarlos

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  2. Bonitos recuerdos de nuestra juventud, gracias Pedro por recordar esos tiempos tan buenos

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  3. Los recuerdos amigos míos son entrañables y están hechos de agua, por ello a veces al recordarlos nos sale un poquito de ese agua por los ojos. Saludos

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